28 Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
29 Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
30 Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
31 que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
33 Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «¡Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». El no sabía lo que decía.
34 Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
35 Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo».
36 Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y se los llevó al monte Tabor para orar y mientras oraban el rostro y las ropas de Jesús empezaron a cambiar, su rostro brillaba y sus ropas se pusieron más blancas que la nieve. Pero vamos a fijarnos en lo siguiente, he aquí que de repente aparecen Moisés y Elías con ¡gloria! y ¿qué hacen? en vez de ponerse a orar con Jesús, se ponen a hablar de la muerte de Jesús que tendrá lugar en Jerusalem, mientras tanto ellos estaban extasiados, ¿cómo estamos nosotros?,¿estamos extasiados como ellos?¿o nos falta creer que en verdad Jesús es el hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado para nuestra salvación?.
Creo que a todos nos gustaría, aunque sólo fuera una vez, poder estar con Jesús en el Tabor, no para contemplar su transfiguración, sino para hacer realidad la nuestra. Porque nosotros intentamos cambiar nuestras vidas y para ello invocamos al Espíritu Santo pero, hermanos, ¿de verdad dejamos que Él entre y haga su morada en nosotros?
Yo creo que no, como mucho algunos ratitos, esos ratitos de alabanza, de adoración, de meditación, de eucaristía,.. pero en cuanto salimos de esto, ¿qué es lo que hacemos? lo que hacemos es enfadarnos en el trabajo, enfadarnos con el marido, enfadarnos con la mujer, con los hijos, con los vecinos, etc, etc, etc.
Pues bien, yo creo que con esta actitud lo que hacemos es cerrar la puerta al Espíritu Santo que tanto invocamos (ahora tengamos un momento de silencio y pidamos al espíritu Santo eso que más necesitamos para nuestro crecimiento y transfiguración).
Hermanos, para que esto sea verdad y se cambien nuestros rostros y nuestras vestiduras dejemos nuestra puerta abierta de par en par para, que nosotros no nos asustemos y hagamos lo contrario de lo que hicieron los tres apóstoles cuando bajaron del monte Tabor, si hermanos que no guardemos silencio cuando escuchemos "Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle". Que nosotros seamos un CD sin fin a todo volumen, que continuamente con nuestra boca y nuestra forma de ser y actuar demos testimonio de que tenemos un Dios que vive y vivirá para siempre, pero además que de verdad se note que el Espíritu Santo mora dentro de nosotros.
Hermanos, que Dios nos bendiga a todos y que el Espíritu Santo nos guíe en todas nuestras acciones, Amén.
Paco
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