domingo, 19 de febrero de 2012
EJEMPLO DE PACIENCIA
Es difícil pensar como tenia que ser Jesús como hombre. Cada uno de nosotros lo podemos imaginar de una manera diferente…seria guapo, que voz tendría, sus gestos, su formar de andar, su sonrisa, …cosas que nosotros vemos en los demás y ni nos fijamos ni apreciamos.
Pero todo tiene un orden y empezaremos por el principio.
Génesis 1, 2 “todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.”
Sólo estaban Dios y el Espíritu Santo, y hay gente que toma esto para dividir y decir que Jesús era sólo un hombre, un profeta, un sabio. Que el no era el Mesías y poner en duda su naturaleza divina.
Dios es Dios, Jesús ya existía al igual que todos nosotros. El nos creó desde el principio de los tiempos. En sus pensamientos ya estábamos nosotros, como no iba a estar en sus pensamientos su hijo. Dios Padre es Dios hijo y Dios Espíritu Santo. Si seguimos leyendo las escrituras vemos el anuncio de su llegada al mundo por lo Profetas, y que fue la necesidad de la salvación de hombre la hizo a Dios, por su infinita misericordia, tomar forma de hombre.
Es la necesidad del ser humano de ser salvado la que hace a Dios tomar forma humana y mandar a su hijo a realizar un gran acto de amor.
Jesús, como ser divino ya conocía desde el principio todo lo que le iba a ocurrir, el desenlace de su venida, y con una paciencia infinita fue obediente a la voluntad del Padre. Esperó al tiempo de Dios. Podría haberse adelantado a todo lo que conocemos y por ejemplo, en tiempos de Noé haberle tomado por discípulo y contarle todo lo que ahora sabemos sobre el Reino de Dios y nos habría ahorrado el diluvio y otras muchas calamidades que el hombre ha sufrido por su testarudez.
Aún así, Dios siguió teniendo paciencia y nos mandó a su primogénito, Cristo, el cual obró muchos milagros y realizó infinidad de señales tan extraordinarias que habrían bastado unas pocas para tener la certeza de que realmente era el Mesías. Pocos le creímos, si le hubiéramos creído con fe verdadera, no podríamos vivir como lo hacemos ahora, con esta conciencia.
Muchos si creyeron en El, miles, centenares de miles. Por ello siguió teniendo paciencia y se dejó matar en la cruz por amor y obediencia. Nadie quiere morir atravesado en una cruz, nadie. Pero a El nadie le quitó la vida, la entregó libremente por amor y obediencia. Paciencia porque se podría haber ahorrado todo ese calvario y sufrimiento sólo para que esos tiempos pocos le reconocieran como el enviado de dios, nuestro Señor.
Y con paciencia se enfrentó a la soledad del que es abandonado pero fiel, le pidió a su padre que le liberase de todo esto, pero antepuso la voluntad del AMOR.
Solo, como nos sentimos muchas veces nosotros y no sabemos donde está Dios, porque creemos que nos ha abandonado. No somos capaces de ver que nos deja para que le busquemos, para que cuando nos levantamos después de caer, la mano que se nos tiende es la del Señor en forma de amigo que nos consuela, hermano que nos apoya y tantas personas que por designio de Dios vienen a socorrernos.
2ª CRÓNICAS 32, 31:” Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron embajadores para enterarse de la señal maravillosa ocurrida en el país, Dios lo abandonó para probarlo y descubrir todo lo que tenía en su corazón.”
Como el espera que miremos en lo mas profundo de nuestro corazón, que en el día del bautismo, nos pusieron esa piedrecita para que se convirtiera en la perla preciosa que es amor a nuestro Señor.
Como el padre que enseña a montar a su hijo en bici, sabe que se caerá, que se producirá alguna herida, pero le levantará y dará ánimos para continuar. Algún día ese niño se irá solo con la bici y confiará en que pondrá todo lo aprendido en su acto para que no le pase nada, así actúa Díos con nosotros.
Que cuanto mas bajo caigamos mas brilla es perla y que con su paciencia nos espera en el confesionario todos los días para levantarnos.
Después de todo Jesús nos dejó todo en su Palabra, con su paciencia en esperar los frutos, ha llegado el momento de ver que somos millones los que nos llamamos cristianos. El cuidó la higuera, la podó y con paciencia cada vez da más frutos.
¿Tenemos paciencia nosotros con nosotros mismos?
Si no tenemos sea paciencia con nosotros mismos no vamos a poder tenerla con los demás y amar al prójimo como a nosotros mismos. Porque para amar hay que tener paciencia, saber esperar y darle tiempo a Dios es nuestros actos y en nuestros pensamientos.
Si yo no estoy sosegado, tranquilo y no me quiero, no lo podré hacer con nadie.
Dios cada día que pasa tiene más paciencia con nosotros, si no fuera así ya nos habría dado un buen repaso, sigamos su ejemplo. No lograremos (quizás) ser grandes santos, pero no olvidemos que estamos llamados a serlos y ellos estaban llenos de una paciencia muy grande.
Pidámosle al Espíritu Santo que nos acompañe en nuestro caminar todos los días y nos llene de la paciencia del Señor par poder amarnos y amar a todo el mundo.
Gloria al Señor. Fran.
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preciosa enseñanza, francisco animete a formarte cada dia mas en las cosas de dios no dejes que el fuego del amor primero se pierda pide al espiritu de dios que es maestro te lleve al deseo insaciable del conocimiento de cristojesus
ResponderEliminarEl Señor ha estado grande con vosotros.
ResponderEliminarOs pidió entrar a vuestra casa a comer como a Zaqueo.Y vosotros le habeis respondido con generosidad.
La salvacion ha entrado en vuestra casa.
GLORIA A DIOS.