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sábado, 29 de enero de 2011

SABIDURIA 7, 7-15 Y 24-30
7Por eso oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría. 8 La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella. 9 No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro. 10 La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso. 11 Junto con ella me vinieron todos los bienes, y ella tenía en sus manos una riqueza incalculable. 12 Yo gocé de todos esos bienes, porque la Sabiduría es la que los dirige, aunque ignoraba que ella era su madre. 13 La aprendí con sinceridad y la comunico sin envidia, y a nadie le oculto sus riquezas. 14 Porque ella es para los hombres un tesoro inagotable: los que la adquieren se ganan la amistad de Dios, ya que son recomendados a él por los dones de la instrucción. 15 Que Dios me conceda hablar con inteligencia, y que mis pensamientos sean dignos de los dones recibidos, porque él mismo es el guía de la Sabiduría y el que dirige a los sabios.
24La Sabiduría es más ágil que cualquier movimiento; a causa de su pureza, lo atraviesa y penetra todo. 25 Ella es exhalación del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso: por eso, nada manchado puede alcanzarla. 26 Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. 27 Aunque es una sola, lo puede todo; permaneciendo en sí misma, renueva el universo; de generación en generación, entra en las almas santas, para hacer amigos de Dios y profetas. 28 Porque Dios ama únicamente a los que conviven con la Sabiduría. 29 Ella, en efecto, es más radiante que el sol y supera a todas las constelaciones; es más luminosa que la misma luz, 30 Ya que la luz cede su lugar a la noche, pero contra la Sabiduría no prevalece el mal.

sábado, 22 de enero de 2011



MATEO 21,18-22

18 A la mañana temprano, mientras regresaba a la ciudad, tuvo hambre. 19 Al ver una higuera cerca del camino, se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo: «Nunca volverás a dar fruto». Y la higuera se secó de inmediato. 20 Cuando vieron esto, los discípulos dijeron llenos de asombro: «¿Cómo se ha secado la higuera tan repentinamente?». 21 Jesús les respondió: «Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no sólo harán lo que yo acabo de hacer con la higuera, sino que podrán decir a esta montaña: «Retírate de ahí y arrójate al mar», y así lo hará. 22 Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán».