NOVENA AL ESPÍRITU SANTO
Por la señal de la
Santa Cruz ……..
ORACIÓN PREPARATORIA (para todos los días)
Ven Espíritu Santo Creador, visita la mente
de tus fieles,
llena con la gracia de lo
alto los corazones que Tú creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito, don del
Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, amor y
unción invisible.
Tú, dispensador de tus siete dones, dedo de
la diestra de Dios,
Tú, promesa del Padre, que
inspiras nuestras palabras.
Enciende luz a nuestros sentidos, infunde
amor en nuestro corazón,
que tu fuerza constante
reanime la debilidad de nuestro cuerpo.
Arroja lejos a nuestro enemigo, y danos tu
paz sin tardanza,
y así, conduciéndonos Tú,
evitemos todo mal.
Haznos conocer al Padre, revélanos asimismo
al Hijo,
y en Ti, Espíritu de ambos,
haz que siempre creamos.
Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó
de entre los muertos,
y al Espíritu Paráclito, por
los siglos de los siglos. Amén.
DÍA NOVENO (se piden las gracias de Pentecostés)
Consideración
El Espíritu Santo realiza en los corazones de sus devotos tres grandes cambios:
- Llega a la mente y la llena de luz para comprender las cosas espirituales. Los apóstoles eran personas ignorantes, y cuando recibieron el Espíritu Santo, se volvieron tan instruidos que toda la gente se admiraba al oírlos hablar. Les sucedía como a quién está en un museo con la luz apagada: no podían apreciar los cuadros. Pero se les encendió la luz y ven y aprecian la riqueza de aquellas pinturas. Ellos no apreciaban la doctrina de Jesús. Pero les llegó la luz del Espíritu Santo y pudieron apreciar aquel tesoro de doctrina.
- Los apóstoles eran duros de corazón, aspiraban a los primeros puestos, querían traer fuego del cielo para acabar con los desobedientes. Pero, al recibir al Espíritu Santo, ya no piensan en su egoismo, sino que quieren el bien para los demás. Los que están llenos del Espíritu Santo crecen en caridad y disminuyen en egoísmo.
- Los apóstoles eran cobardes. Todos huyeron del Señor y uno le negó tres veces. Pero recibieron el Espíritu Santo y se les quitó el miedo. Ya no temían ni a las persecuciones, ni a la cárcel, ni a los azotes, ni a la muerte. Se sentían contentos de padecer por el nombre de Jesús. Estos casos se repiten con frecuencia en los devotos del Espíritu Santo. Quien cree en el poder del Espíritu Santo, saldrá victorioso en medio de los sufrimientos.
Oración.
Ven Espíritu Santo, como vinistes el día de Pentecostés. Llena mi mente de tu luz para que me oriente en la vida. Libra mi corazón del egoísmo para que practique la caridad. Pon la valentía en todo mi ser para que defienda y confiese mi fe, en medio de las dificultades.
Derrámate sobre tu Iglesia, sobre los que están unidos por la fe, sobre los sacerdotes, religiosos y laicos, sobre los ancianos y los jóvenes. haz que todos, llevados por el fuego de tu amor, formemos una comunidad que arda en deseos de hacer el bien. Y tú, Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la persona más dócil al Espíritu Santo, intercede por nosotros ante ese mismo Espíritu. Amén.
"Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu (Santo) es el mismo; hay diversidad de ministerios, pero el señor es el mismo; hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que obra todo en todos" (1Cor 12,4-6)
ORACIÓN FINAL (para todos los días)
Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el
cielo.
Padre amoroso del pobre, don
en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor
consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso en
nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz,
y enriquécenos.
mira el vacío del hombre si
Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón
enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus
siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y
danos tu gozo eterno. Amén.
Padrenuestro, avemaría y
Gloria. Reina del cielo, alégrate….
¡Dios Padre Eterno!,
Que con la luz de tu Espíritu
Santo enseñas a tus fieles,
Concédenos recto saber según
el mismo Espíritu,
Y gozar siempre de su amor.
Por tu Hijo, Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.